Se fundó por Eugène Meylan en 1914. Desde entonces Glycine ha estado produciendo los relojes en su fábrica de Bienne.
Meylan era un ingeniero que buscaba la perfección. Él tenía una visión clara de las demandas del mercado y de las posibilidades ofrecidas por los avances tecnológicos de su tiempo. Pronto se le conoció por crear unos movimientos extremadamente exactos. Producía los relojes más finos revestidos en cajas preciosas de oro y de platino, adornadas a menudo con diamantes. Alrededor de 1931, presentó al mercado mundial un reloj de cuerda automática fiable, enteramente de su propia invención.
En 1934 llevó a cabo el lanzamiento de una gama del cronómetro, una línea de relojes que pasaban las exigentes pruebas del control de calidad suizo.
Sobrevivió a los años de la depresión y a la Segunda Guerra Mundial. Fue uno de los 29 expositores en Basilea el año 1938. Un acontecimiento anual al que Glycine no falta desde entonces.
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